domingo, 17 de octubre de 2010

“Una noche, en 1713, soñé que había hecho un pacto con el Diablo y estaba a mis órdenes. Todo me salía maravillosamente bien; todos mis deseos eran anticipados y satisfechos con creces por mi nuevo sirviente. Ocurrió que, en un momento dado, le di mi violín y lo desafié a que tocara para mí alguna pieza romántica. Mi asombro fue enorme cuando lo escuché tocar, con gran bravura e inteligencia, una sonata tan singular y romántica como nunca antes había oído. Tal fue mi maravilla, éxtasis y deleite que quedé pasmado y una violenta emoción me despertó. Inmediatamente tomé mi violín deseando recordar al menos una parte de lo que recién había escuchado, pero fue en vano. La sonata que compuse entonces es, por lejos, la mejor que jamás he escrito y aún la llamo "La sonata del Diablo", pero resultó tan inferior a lo que había oído en el sueño que me hubiera gustado romper mi violín en pedazos y abandonar la música para siempre....” (Giuseppe Tartini)

"Tartini y el Diablo". Lápiz s/papel.
  


 

viernes, 15 de octubre de 2010

 "Algunos decían que era muy raro.
Otros, que era sobrenatural.
Las notas mágicas que salían de su violín tenían un sonido diferente, por eso nadie quería perder la oportunidad de ver su espectáculo.
Una noche, el escenario de un auditorio repleto de admiradores estaba preparado para recibirlo.
La orquesta entró y fue aplaudida.
El director fue ovacionado.
Pero cuando la figura de Paganini surgió, triunfante, el público deliró.
Paganini colocó su violín en el hombro y lo que siguió es indescriptible.
Blancas y negras, fusas y semifusas, corcheas y semicorcheas parecían tener alas y volar con el toque de aquellos dedos encantados.
DE REPENTE, un sonido extraño interrumpió el ensueño de la platea.
Una de las cuerdas del violín de Paganini se rompió.
El director paró.
La orquesta paró.
El público paró.
Pero Paganini no paró.
Mirando su partitura, él continuó extrayendo sonidos deliciosos de un violín con problemas.
El director y la orquesta, admirados, volvieron a tocar.
El público se calmó.
DE REPENTE, otro sonido perturbador atrajo la atención de los asistentes.
Otra cuerda del violín de Paganini se rompió.
El director paró de nuevo.
La orquesta paró de nuevo.
Paganini no paró.
Como si nada hubiera ocurrido, olvidó las dificultades y siguió arrancando sonidos imposibles.
El director y la orquesta, impresionados, volvieron a tocar.
Pero el público no podía imaginar lo que iba a ocurrir a continuación.
Todas las personas, asombradas, gritaron un OOHHH!
que retumbó por toda la sala.
Una tercera cuerda del violín de Paganini se rompe.
El director para.
La orquesta para.
La respiración del público para.
Pero Paganini no para.
Como si fuera un contorsionista musical,
arranca todos los sonidos posibles de la única cuerda que quedaba en el violín destruido.
Ninguna nota es olvidada.
El director, embelesado, se anima.
La orquesta se motiva.
El público parte del silencio hacia la euforia,
de la inercia al delirio.
Paganini alcanza la gloria.
Su nombre perdura a través del tiempo.
El no es apenas un violinista genial.
Es el símbolo del profesional que continúa adelante aún ante lo imposible."

"Niccolò Paganini". Lápiz s/papel.
 


domingo, 23 de mayo de 2010

miércoles, 19 de mayo de 2010

Oleo Pastel s/papel

Lápiz s/papel

Lápiz color s/papel

Lápiz color s/papel

Lápiz s/papel

Acrilico s/papel

Acrilico s/papel

Acrilico s/papel misionero